viernes, 28 de febrero de 2020

De como tuve la idea de iniciarme en la Paleofotografía

La Voigtländer de la inspiración

Nada como una vuelta por un mercadillo de domingo en la mañana como para llevarse una sorpresa, grata en mi caso. Las mañanas soleadas de Cádiz ayudan en el otoño, más en el invierno, a pasear entre puestos y tenderetes más o menos formales. Monedas antiguas, juguetes de todo tamaño tiempo o lugar, lámparas que recuerdan épocas pasadas, barajas de cartas, muchos libros y, signo de los tiempos, móviles y aparataje digital variado. Me sorprendió ver numerosas cámaras de fotografía y vídeo digitales en oferta. Y era llamativo observar cuan viejas se las apreciaba, alguna no tendría más de cinco o seis años, diez a lo sumo. 
De repente, como un flechazo amoroso, destacaba en un paño sobre el suelo y rodeada de cacharrería con la que no tenía nada que ver una Voigtländer alemana de los setenta. Conocía bien esta cámara porque mi padre tenía una igual, el modelo Vito, que había comprado en Canarias en uno de sus atraques en las islas. En aquellos tiempos aparatos de radio, cámaras de foto o cine, relojes y además tabaco y whisky resultaban más baratos que en la península. Su profesión de marino, patrón de pesca, hacía que en casa estuviéramos surtidos de este tipo de producto. El tabaco rubio americano y el whisky escocés nunca faltaban. Por desgracia la Voigtländer de mi padre desapareció en un robo. Yo llegué a usarla en mi juventud. Era una gran cámara. Y de repente allí estaba, exactamente igual y parecía estar en un muy buen estado. Pedí permiso al vendedor para manipularla y comprobar su estado. Y rozaba la perfección. La Voigtländer es una gran cámara y ésta en concreto parecía a estrenar. Pregunté el precio y me sorprendió tanto la respuesta, veinte euros, que ni regateé. Luego viendo precios por Internet he comprobado que fue un magnífico precio.
El encuentro con esta cámara me inspiró una idea feliz, me queda poco para ser un jubilado de la administración local y allí veía una oportunidad de una actividad creativa que hiciera más rica mi vida formando parte del mundo de los jubilados. En mi juventud practiqué la fotografía y llegué a dominar el revelado en blanco y negro. Así que decidí recuperar mis viejas cámaras réflex y retornar a la práctica de la fotografía, esencialmente en blanco y negro para trabajar en el laboratorio, donde se realiza mucho trabajo creativo, y dar salida al más bien escaso talento artístico que pueda poseer. 
Atrevidamente resolví nombrar y crear una nueva disciplina, la Paleofotografía, a la que entendí como toda fotografía no digital y anterior a la irrupción de los bits, los píxeles y demás tecnología contemporánea. un surfeo por Internet me reveló que no había ningún uso del palabrejo, casi ni menciones al mismo o la concepto que yo pretendía adjudicarle. 
Hoy no les canso más pero anuncio nuevas entradas porque en mi búsqueda de materiales y documentación he descubierto un mundo apasionante, el de la gente que recupera la fotografía analógica. Me he sumado a ellos. Atentos a los próximos capítulos.

lunes, 11 de febrero de 2019

Tribulaciones de un flamenco en la Revolución de Octubre

Todo un descubrimiento para mi ha sido este libro del periodista sevillano Manuel Chaves Nogales, un hombre que sufrió la tragedia de las dos Españas en nuestra guerra civil. Chaves Nogales tuvo la desgracia de ser un liberal serio y sincero en un momento de la historia de nuestro país en la que tan solo había dos posibles posiciones, revolucionario violento de izquierdas y fascista o reaccionario similar en la derecha. Le costó el exilio pero a cambio hemos recibido de él algunos textos periodísticos de una impresionante calidad literaria. Ya conocía algunos de sus escritos sobre la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, son de una objetividad y una descripción veraz que impresionan. Pero hoy lo que recomiendo es este maravilloso libro a caballo entre la narrativa novelada y la crónica periodística. 
Juan Martínez es un bailaor de flamenco al que, junto a su compañera la Susi, le pilla la Revolución de Octubre en la misma Rusia. Huyendo del Estambul dominando por los alemanes en el principio de la Primera Guerra Mundial va a parar, del cazo a la sartén, en la Rusia que saltaría en pedazos durante la revolución bolchevique.
El pobre hombre pasa un auténtico quinario para sobrevivir a los malos tiempos de la revolución y la posterior guerra civil entre rojos y blancos.
Todo el libro es una aventura y desventura continua pero hay tres momentos que me parecen magistrales, tanto por la descripción como por la aventura humana. El primero de ellos es en Moscú en los famosos diez días que conmovieron al mundo, nuestro flamenquito se los pasó en una partida de póker seguida mientras en las calles de la ciudad se freían a tiros revolucionarios y contrarrevolucionarios. La casa donde un grupo de artistas se había refugiado se encontraba entre el Kremlin y el Parque Petrovski donde los bolcheviques habían emplazado una pieza de artillería con la que castigaban al todavía palacio zarista. "Los cañonazos zumbaban por encima de nosotros mientras pacíficamente sentados alrededor de una mesa nos jugábamos las pestañas", una partida alocada en la que se jugaban todo con el pensamiento presente de que en cualquier momento un obús desviado acababa con la partida. 
Una parte importante de la guerra civil la pasa Juan Martínez en Kiev donde es testigo involuntario y sufrido del cambio de manos de la ciudad, unas veces de los bolcheviques, otras de los rusos blancos y otras de los nacionalistas ucranianos de Petliura. La crueldad de todos los bandos alcanza cotas inimaginables y nuestro paisano las pasa negras para sobrevivir. Es en esta ciudad donde nos narra el tremendo horror y la infinita crueldad de la Checa, no sin toques de humor como cuando nos describe su amistad, forzada e interesada, con el comisario político que la dirigía.
Otro momento sublime del relato es cuando nos narra cómo en medio de la bolchevización de la ciudad organiza una empresa "capitalista" con dos judios para fabricar alpargatas a partir de alfombras abandonadas de los palacetes burgueses. No voy desvelar el final tan solo avanzo que las desventuras de Juan y la Susi son incontables hasta escapar de Rusia.
Un libro muy recomendable, una delicia de lectura y una historia curiosa sobre las aventuras, desventuras y tribulaciones de un flamenco en la Revolución Rusa. Anímense  .

domingo, 27 de enero de 2019

Ciencia Ficción de calidad. China potencia emergente

Hace ya tiempo que tenemos el cuerpo hecho, los occidentales en general y los europeos muy en concreto, a que China será uno de los grandes protagonistas del mundo de este siglo. Si no el primero.  Pero no quiero comentar hoy su papel económico, militar o social sino que deseo centrarme en un aspecto de tipo cultural, en concreto de la literatura de Ciencia Ficción. Desde mi juventud he sido un insaciable lector de Ciencia Ficción y he consumido grandes cantidades de libros y relatos de dicho género literario porque la CF es sin duda eso, un género literario con historia, trayectoria y características propias. Siempre comento que cuando uno lee mucha CF se traga mucha mierda, perdón por la brusca expresión, pero también que accede a obras literarias magistrales. En el caso de Planetas Invisibles estamos sin duda ante una compilación de magistrales relatos de CF.
Es de sobra sabido que la Ciencia Ficción nació en inglés, salvo precedentes que podríamos tildar de primitivos en otras varias lenguas, y que muchos de los grandes maestros, Philip K. Dick por ejemplo, y maestras, Ursula K. Le Guin serviría de paradigma de mujer escritora de CF, tienen su procedencia en ese ámbito lingüístico. Pero a estas alturas de la historia todos sabemos que ya la CF se ha transformado en una literatura de ámbito y ambiciones universales. Y no es de ahora, aun lloro de vez en cuando recordando una perdida antología de CF rusa del período soviético de la que nunca más tuve noticias, Bruguera creo que era su editora, o por qué no hablar de los muy buenos y apasionantes escritores españoles de CF.
La antología que hoy traigo a este blog es una manera impecable y certera de acercarse a la CF que se está escribiendo en el gigante asiático, perdón por el tópico, en los últimos años. Item más cuando el acceso a sus textos en español es tarea más que complicada. El editor es Ken Liu un norteamericano de origen chino que es a la par autor y traductor al inglés  de sus colegas. La selección me parece impecable desde la calidad de todos y cada uno de los relatos, no puedo opinar desde el punto de vista de la representatividad ya que desconozco la realidad del sector en ese país. Es un placer para el aficionado la lectura de todos y cada uno de los relatos. Si hubiera de elegir alguno me centraría en tres de los cuentos. Primero en dos de Sao Jingfang, el titulado Entre los pliegues de Pekin, una distopía canónica con tintes de reflexión sociológica que produce escalofríos y, el segundo de ellos Planetas invisibles, que da título a la antología, donde no es difícil adivinar la influencia de Italo Calvino. A quienes gusten de lo inquietante, de la incertidumbre angustiosa de lo que puede dar de sí la manipulación genética recomiendo El año de la rata firmado por Chen Qiufan y donde igualmente encontramos avisos sobre las sociedades cerradas y escasas de libertad.
Con la excepción de Cixin Liu, considerado ya un maestro y el de edad más avanzada, los restantes autores se corresponden con una generación nueva y emergente, autores que han nacido y crecido en la nueva China de los dos sistemas, capitalista y comunista a la par. Los temas tratados no los diferencian mucho de los que manejan sus colegas occidentales como son la globalización, la libertad y la justicia social, las luces y sombras de la ciencia y la tecnología o el deterioro del medio ambiente.
La antología se cierra con tres ensayos breves que de igual manera nos ayudan a acercarnos a este mundo aun por descubrir para nosotros que es la CF de China. Todo un descubrimiento y la certeza de que no estamos tan alejados mentalmente de Oriente como a veces suponemos. 
En unos días prometo comentar la trilogía de Los tres cuerpos de Cixin Liu, primera gran obra de CF china a la que me acerco, ando literalmente por la mitad de la trilogía o sea por el medio de segundo volumen. Mientras, aconsejo Planetas invisibles.

domingo, 12 de agosto de 2018

Quiero creer

Quiero creer que vivo en una ciudad de gente libre, tolerante y con mente abierta. Quiero creer que en mi ciudad la intransigencia está excluida y que el debate sereno y claro es moneda común y corriente. Quiero creer que las personas no mantienen posturas xenófobas o racistas o de simple desprecio al que no ha nacido entre nosotros. Quiero creer que esa persona que atendió de manera grosera y maleducada a mi compañera no tuvo un buen día como a cualquiera le ha pasado alguna vez. 
Quiero creer todo eso y que en mi ciudad los foráneos encuentran la misma amabilidad y respeto, incluso cariño sincero, que yo encontré en las tierras de América. Por esta causa se me hace cuesta arriba entender el trato que tuvo mi compañera por parte de esa persona. Quiero creer que este tipo de tratos contrarios a la dignidad humana no existen en mi ciudad. Pero existen. A veces son sutiles y a veces irrespetuosos e intolerantes.
Mi experiencia con las personas que atienden los puestos de pescado, y de las otras especialidades igualmente,  en la plaza de Cádiz ha sido casi al cien por cien satisfactoria, hay excepciones de mala atención aunque pocas desde luego. Mi compañera me consta que igualmente ha tenido buenas experiencias. Sin embargo una respuesta extemporánea, brusca, despectiva y un mostrador lleno del producto solicitado la hirieron y la hicieron sentirse extraña y despreciada en esta su ciudad. No quiero creer que fuera su acento diferente al nuestro, y de burlas hacía el acento peculiar de una tierra sabemos mucho los andaluces. No quiero creer que se la juzgara extraña por su apariencia, y de ser juzgados por la apariencia sabemos mucho todos. No quiero creer que fuera una reacción intolerante y contraria a la dignidad de las personas, y de esto como pueblo sabemos mucho los andaluces. No quiero creer que fuera por ser mujer, y de agravios por esta causa saben mucho por desgracia las mujeres. Trato de no creer que fuera así, pero sucedió. 
Mi compañera no quiere señalar directamente a esa persona y me pide que en primer lugar agradezca las muchas muestras de solidaridad hacia su persona. Además quiere que haga una apelación a la reflexión común de todas y todos, que observemos nuestras palabras y actitudes cotidianas y pensemos si a veces no nos burlamos e incluso ofendemos la dignidad de quienes hace poco están entre nosotros y han traído con ellos otros acentos, lenguas, costumbres respetando las normas que aquí nos hemos dado. Que reflexionemos y que veamos como se dan estos rasgos entre nosotros en el día a día.
Por todo ello voy buscar una entrevista con la persona que ofendió a mi compañera, a tratar de hablar con él y ver si lo que apuntaba fue un mal momento. Por delante mis disculpas a quienes pudieron sentirse afectados, no va con ellos, con los que atienden como dios manda día a día, la inmensa mayoría. Tan solo tengo mi palabra y vale lo que vale, para unos mucho y para otros nada sin duda, pero quienes me conocen saben que no miento ni busco réditos personales de ningún tipo. Y quiero creer que cuando hable con esa persona habrá más entendimiento que conflicto, que las palabras serán para el entendimiento y no para ahondar conflicto alguno.

Quiero creer que el final será el mejor posible para todos.

sábado, 23 de septiembre de 2017

La independencia de Cataluña y la diversidad cultural

En esta vorágine de noticias, bulos, mensajes, propaganda y escasa reflexiones en torno a la crisis de Cataluña se suele hablar de todo. Con tonos más o menos épicos, en intensidades varias aunque normalmente desaforadas, desde supuestas racionalidades que suelen encubrir las más de las veces pasiones y emociones, desde todos los puntos de vista posibles se habla de independencia y economía, agravios políticos, desafección, Europa y un largo etcétera.

También se habla desde el plano de la cultura. La mayoría de los discurso culturales son para remachar las diferencias contraponiendo lo catalán a lo español, en el discurso soberanista, o remarcando la integración de la catalán en la esencia de los español desde el otro bando. Ambas banderías se escudan en variadas versiones y las más de las veces con discursos agresivos. Sin embargo echo en falta una perspectiva que es esencial a mi entender en el ámbito cultural, una visión o algún análisis, por suave que sea, desde la perspectiva de la diversidad. 

En cultura la diversidad es un concepto esencial, hasta el punto de que no se reconoce una sociedad libre sin que exista un respeto escrupuloso por la diversidad cultural. Es sin duda un terreno de difícil tránsito, en el que hay que moverse con extremos cuidado. Un primer dato a observar es el nivel de respeto hacia las minorías culturales, sus usos, tradición y costumbres. Hay doctrina de sobra sobre el tema en UNESCO y a la conferencia de México de 1982  y posteriores me remito. Encontrar el espacio de convivencia entre los derechos individuales y los grupales es otro de los campos de batalla. Hay que discernir qué parcelas de la identidad no suponen una agresión de derechos elementales del individuo o la excusa para conculcar otras identidades. Pero para el caso que hablamos, España y Cataluña, baste con reflexionar si una hipotética independencia de Cataluña supondría algún impacto en nuestra diversidad cultural peninsular. Mi humilde opinión es que si, con toda seguridad.

A una independencia catalana seguiría sin duda una reacción catalanofóbica en el resto de España muy potente. Estaríamos mucho tiempo sin capacidad para reivindicar como propia una parte importante de la cultura de Cataluña. Espriu, Pla, Gaizel, Ferrater, Pere Rovira y una larga lista de intelectuales y escritores en lengua catalana que cualquier español razonable y sensato puedo hoy en día aun sentir como propios. Nuestra diversidad cultural española actual debería hacernos sentir como nuestros tanto a Espriu como a Lorca, o Celso Emilio Ferreiro por ejemplificar en otro espacio cultural peninsular.  Pues lo dicho, en el mejor de los casos muchos de estos nombres pasarían de ignorados, la lamentable situación actual, a proscritos, el presunto agravio se traduciría en hostilidad. Del otro lado, visto lo que pasa con Marsé y otros, no me atrevo a verbalizar lo que pudiera pasar, prefiero callar. Sin embargo no sería arriesgado creer que habría, ya se detectan síntomas, una hispanofobia cultural poderosa basada en la identificación de todo lo español con lo franquista, incluido todo lo que en Cataluña se ha producido en lengua castellana. Y esto en el ámbito de las letras, pero sin duda se extrapolará en mayor o menor medida a otras segmentos de la cultura.

Añoraremos las palabras de Alonso Quijano en Barcelona, de alabanza y admiración, que tanto nos dicen del espíritu tolerante, en un siglo de intolerancia, del autor del Quijote. Añoraremos el maravilloso poema  Diversos són els homes y diverses les parles de Salvador Espriu. España perdería una parte esencial de su diversidad cultural, la catalana, y Cataluña perdería una parte igualmente importante de su diversidad, la de orígenes castellanos, andaluces, gallegos, aragoneses y tantos pueblos que se han ido incorporando a su historia. Estaríamos ante un empobrecimiento cultural de ambas partes, sin ninguna duda. Alfons Martinell, una catalán al que muchos en España consideramos una maestro en esto de la gestión cultural, siempre afirma que en la cultura la ausencia de conflicto es un conflicto. Vamos sobrados de conflicto, maestro, la ausencia de reflexión nos va a liquidar la tolerancia y la diversidad.