domingo, 12 de agosto de 2018

Quiero creer

Quiero creer que vivo en una ciudad de gente libre, tolerante y con mente abierta. Quiero creer que en mi ciudad la intransigencia está excluida y que el debate sereno y claro es moneda común y corriente. Quiero creer que las personas no mantienen posturas xenófobas o racistas o de simple desprecio al que no ha nacido entre nosotros. Quiero creer que esa persona que atendió de manera grosera y maleducada a mi compañera no tuvo un buen día como a cualquiera le ha pasado alguna vez. 
Quiero creer todo eso y que en mi ciudad los foráneos encuentran la misma amabilidad y respeto, incluso cariño sincero, que yo encontré en las tierras de América. Por esta causa se me hace cuesta arriba entender el trato que tuvo mi compañera por parte de esa persona. Quiero creer que este tipo de tratos contrarios a la dignidad humana no existen en mi ciudad. Pero existen. A veces son sutiles y a veces irrespetuosos e intolerantes.
Mi experiencia con las personas que atienden los puestos de pescado, y de las otras especialidades igualmente,  en la plaza de Cádiz ha sido casi al cien por cien satisfactoria, hay excepciones de mala atención aunque pocas desde luego. Mi compañera me consta que igualmente ha tenido buenas experiencias. Sin embargo una respuesta extemporánea, brusca, despectiva y un mostrador lleno del producto solicitado la hirieron y la hicieron sentirse extraña y despreciada en esta su ciudad. No quiero creer que fuera su acento diferente al nuestro, y de burlas hacía el acento peculiar de una tierra sabemos mucho los andaluces. No quiero creer que se la juzgara extraña por su apariencia, y de ser juzgados por la apariencia sabemos mucho todos. No quiero creer que fuera una reacción intolerante y contraria a la dignidad de las personas, y de esto como pueblo sabemos mucho los andaluces. No quiero creer que fuera por ser mujer, y de agravios por esta causa saben mucho por desgracia las mujeres. Trato de no creer que fuera así, pero sucedió. 
Mi compañera no quiere señalar directamente a esa persona y me pide que en primer lugar agradezca las muchas muestras de solidaridad hacia su persona. Además quiere que haga una apelación a la reflexión común de todas y todos, que observemos nuestras palabras y actitudes cotidianas y pensemos si a veces no nos burlamos e incluso ofendemos la dignidad de quienes hace poco están entre nosotros y han traído con ellos otros acentos, lenguas, costumbres respetando las normas que aquí nos hemos dado. Que reflexionemos y que veamos como se dan estos rasgos entre nosotros en el día a día.
Por todo ello voy buscar una entrevista con la persona que ofendió a mi compañera, a tratar de hablar con él y ver si lo que apuntaba fue un mal momento. Por delante mis disculpas a quienes pudieron sentirse afectados, no va con ellos, con los que atienden como dios manda día a día, la inmensa mayoría. Tan solo tengo mi palabra y vale lo que vale, para unos mucho y para otros nada sin duda, pero quienes me conocen saben que no miento ni busco réditos personales de ningún tipo. Y quiero creer que cuando hable con esa persona habrá más entendimiento que conflicto, que las palabras serán para el entendimiento y no para ahondar conflicto alguno.

Quiero creer que el final será el mejor posible para todos.