miércoles, 12 de marzo de 2014

El consejero Luciano, Machado y la educación

Leí, a propósito del aniversario de la muerte de Don Anonio Machado, las declaraciones del Consejero de Educación, Cultura y Deportes Luciano Alonso en las que manifestaba su deseo porque los restos del poeta regresaran a la ciudad de Sevilla. Primero me contuve por aquello de no ser acusado de hispalisfobia, porque no veía el sentido a ese traslado ni ahora y probablemente ya nunca. Como luego he comprobado que personas sensatas y con criterio, algunas de Sevilla entre ellas, han disentido de las intenciones del consejero me he lanzado a opinar. De entrada me parece mal y oportunista que se anuncie este propósito en tal fecha. Oportunista porque parece que el consejero iba con las manos vacías y sólo le quedaba el recurso retórico de anunciar sus deseos. Y me parece mal porque la historia es la historia y si nuestro poeta reposa donde reposa por algo será y, además, es bueno que siga allí para que no se nos olvide. Una guerra civil inmunda, un fascismo desbocado, un hombre bueno entre fieras y un pequeño pueblo que le dio un trozo de si mismo para que reposara. Esos son los hechos y me parece que mejor dejarlos así que el traer los restos de Machado en cabalgata con fanfarria y artificios, que me pongo en lo peor. No Don Luciano, dejemos a Don Antonio en ese pequeño trozo de la República Francesa.
Por otra parte no quiero desaprovechar la oportunidad de comentar algunas cosas de la política de la consejería que dirige Luciano Alonso. A fin de cuentas su gesto ha sido político y abre la puerta al comentario, no me voy a contener en el uso de la crítica después de los recién acabados carnavales. Dice el consejero entre otras cosas en sus declaraciones que "la cultura debe estar en el centro mismo del discurso social y económico de la nueva sociedad, del futuro que entre todos queremos construir, porque es seña de identidad de nuestra ciudadanía y garantía de libertad". Pues muy bien, de boca que no de palabra, porque servidor no acaba de ver a la cultura en el centro del discurso político de la Junta de Andalucía, ni en el centro del presupuesto de la misma. Y no sólo me refiero a un poquito más de aditamento a los números de la cultura, que también, sino a ir ya saliendo del discurso a estas altura cansino de que la cultura es muy importante para la economía de una sociedad, que si genera riqueza, que si genera empleo, que si aporta innovación. Que sí, que muy bien, pero mucho te quiero perrito pero de pan poquito. Porque lo que piden de la cultura es milagros, que mueva mucha economía pero sin inversión previa. Mucho se les llena la boca a los responsables públicos, no solo al pobre Luciano, con el discurso de la economía de la cultura pero de apuesta real nada, nada de nada. Digo yo, ignorante de muchos asuntos de la economía, que sin inversión no hay posible beneficio.
Que de riesgo y creatividad sabe mucho el mundo de la cultura pero de que apuesten de verdad por ella no se ven señales. Se nos sale con una ley de mecenazgo como alternativa la "modelo caduco de las subvenciones". Una ley que se limita más o menos a potenciar el consumo y de una forma tan compleja que ya veremos si funciona algo. Y se habla despectivamente de subvenciones a la cultura como si en este país y en esta Andalucía no se hubiera nunca subvencionado ninguna industria o sector de la economía, ni a los automóviles, los bancos, la agricultura y así muchos más. Que no se trata de que se las quiten para que se las den a la cultura. No, pero por lo menos que paren ya de decir que este es un sector subvencionado. Yo, desde mi humilde posición, le daría un consejo al consejero. Sé que no tiene mucho dinero, más bien poco, pero tiene una gran consejería y podría ponerla a trabajar a futuro, a largo plazo, podría ponerla a construir consumidores responsables de cultura, ciudadanos críticos que prefieran cultura a consumo alienante de masas. No tiene más que mirar el nombre de su consejería: Educación y Cultura. También podría trabajar por ciudadanos más sanos, pero de deportes que opine otro.

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